Con ‘El Viejo’ despiden veracruzanos el año que culmina

Hylcia Trujano 

Xalapa, Veracruz a 27 de Diciembre de 2017.- Veracruz se distingue por el bullicio de su gente, quienes han arraigado con el tiempo sin fin de tradiciones en todos sus puntos geográficos.

En estas fechas desde Pánuco hasta Las Choapas ya se alistan para un año más de vivencias.

Por ello, luego de la Navidad a partir de Cardel hacia la Cuenca del Papaloapan y El Sotavento desde ahora se mira afuera de las casas a ‘El Viejo’, popular adorno que simboliza la culminación de un año y el cual será quemado en la celebración familiar del día 31.

A esta tradición no le puede faltar además de ingenio, la copla: “Una limosna para este pobre Viejo, que ha dejado hijos, que ha dejado hijos, para el año nuevo”.

Al respecto, Silvia Mendoza Barragán -Investigadora Social- refirió que la tradición no pudo haberse encunado en otro lugar del país más que Veracruz.

“Es una característica que distingue a los veracruzanos por su alegría,  despedir al Año Viejo y dar la bienvenida al Nuevo, con disfraces, con música y canciones, con muñecos, los jarochos celebran el cambio y la renovación de propósitos, justamente de eso se trata”.

En entrevista, recordó, que conforme a documentos del ayuntamiento del Puerto de Veracruz y registros en la prensa se sabe que la tradición se encunó en el Puerto de Veracruz cuando trabajadores de los muelles iniciaron una protesta haciendo ruido con latas, cencerros y tapaderas de metal, ya que no recibían aguinaldo o algún beneficio por las fechas.

“Esta solicitud se repitió al año siguiente y sus autores consiguieron que los patrones les obsequiaran botellas de licor y alimentos con la finalidad de evitar escándalo, y es así como cada año en fechas de Navidad se pide el aguinaldo de forma tan particular, alegre y jocosa que ha dado identidad a los jarochos”.

La socióloga, egresada de la Universidad Veracruzana (UV), indicó, que este simbolismo se ha extendido con los años desde el centro hasta el sur de la geografía estatal, de Martínez de la Torre hacia más arriba poco ha sido adoptada pues la gente suele ser menos jiribillosa, “es más conservadora y menos bulliciosa”.

Dijo que la tradición ha tenido modificaciones regionales; Tierra Blanca es el municipio que mejor la adaptó y arraigó.

“Desde luego que ha tenido algunas modificaciones, pues en la región de la cuenca del Papaloapan, en Tierra Blanca, cuatro días antes de que el año termine, frente a las casas se sienta un muñeco relleno de papel, cohetes y trapos viejos y demás para representar al año que termina, y se le coloca un letrero con la leyenda una limosna para este pobre viejo, que ha dejado hijos para el año nuevo. El viejito se acompaña de una lata para que los vecinos hagan sus cooperaciones”.

Algunas veces, se le acompaña en un recorrido por las casas con jaraneros y bailadoras, esto en Tlacotalpan.

“De tal forma que la finalidad es hacer escándalo, fiesta, esto se hace en la última noche del año, y tiene que ser minutos antes de la media noche. Justo en el último minuto se le prende fuego, ver como se quema representa para alguno todos los malos momentos vividos durante el año, es un momento de regocijo y a la vez nostalgia”.

Asimismo, aseveró, que otra de las versiones de esta se relaciona a la caracterización que hicieron, los trabajadores de los muelles, de un coreano que tenía un parecido con una imagen del Año Viejo que aparecía en uno de los almanaques japoneses que llegaban a Veracruz.

“Este coreano, vestido como año viejo y un niño que lo seguía, desfiló por las calles y el último día del año se organizó una fiesta con música hasta muy entrada la madrugada, y así la fiesta del coreano se hizo una tradición en el puerto”.

En tanto, reiteró que la celebración es distinta en cada zona, “por ejemplo, en algunos lugares de la Cuenca y de Los Tuxtlas, días antes del 31 los niños pasean en una carretilla al monigote, acompañados de jaraneros y bailadores, pidiendo limosna para El Viejo”.

En otras ciudades, como Xalapa, ‘El Viejo’ se representa con una persona disfrazada de harapos, simulando un viejo con barba y sombrero, que se acompaña de amigos, también disfrazados y con instrumentos como tambores, panderetas y otros improvisados; así el grupo llega a las puertas de las casas entonando las coplas sobre el año que termina, “recorren las calles armando alboroto el 31 de diciembre y el 1 de enero, éste último día también acarrean con un muñeco bebé representando la llegada del nuevo año”.

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